y el horizonte sangrando a borbotones.
Se extendió el fuego intenso
que teñía de púrpura el cielo
a salpicones,
acariciando el Ávila
alcanzando El Silencio.
Amanecía.
Una herida ardiente
sobre Petare ardiendo.
¿Quién hirió de esa manera tan cobarde
el firmamento?
¡Que se desangra!
Traigan algodones, que ya no llegan los del cielo.
¡Que se desangra!
Y la gente va durmiendo todavía por las calles.
¡Que se desangra!
¿No lo ven?
¡Que se desangra!
¿No están viendo?
Ya empiezan a abrir los ojos,
ya caminan más derechos.
Hay más luz, y ya no hay nubes
y el cielo se hizo gris plomizo en un momento
y el aire
pálido de humo
también gris macilento.
Mamá,
¿es verdad que esta mañana
se estaba desangrando el cielo?
Noviembre, 1986
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